La residencia de Estudiantes fue un catalizador para Buñuel, donde descubrió su vocación artística y su faceta más divertida y surrealista.

Durante los siete años que pasó en Madrid, compartió su vida con artistas como Lorca, Alberti o Dalí. Con ellos realizaba actividades como las tertulias del cine club y representaciones teatrales disparatadas, que fueron su primer paso hacia el surrealismo y la vanguardia que siempre le caracterizó.