Hace 28 años se apagaba una de las voces más importantes del flamenco, la de Camarón. Ahora, por culpa del coronavirus, se apagan también las luces de algunos de esos lugares donde resonaron durante años sus 'quejíos'.

Tablaos míticos como el 'Casa Patas', en Madrid no han podido resistir a una crisis que mantiene en vilo al sector. "Llevamos desde el 13 de marzo con ingresos cero y cada vez se nos hace más cuesta arriba poder mantener los gastos fijos que tenemos, como son los suministros, los alquileres o los seguros", afirma Federico Escudero, presidente de la Asociación Nacional de Tablaos Flamencos.

En locales como 'La Zambra María la Canastera', en Granada, temen que la reducción de aforos y las medidas de distanciamiento acaben con la esencia del espectáculo. Su gerente, Enrique Carmona, lamenta que "los artistas están haciendo su trabajo prácticamente encima de los clientes". "25 plazas dan justo para cubrir gastos o un margen de beneficio muy estrecho", señala.

Es la falta de turismo extranjero lo que hace agonizar a estos locales que reciben cada año unos seis millones de turistas. En este sentido, Luis Adame, presidente de honor de Asociación Nacional de Tablaos Flamencos de España indica que "el porcentaje de extranjeros en el tablao es de entre el 90% y el 95%",

Los tablaos dan trabajo a 3.400 personas

Además, temen lo que pueda pasar con las 3.400 personas a las que dan trabajo todo el año. "Damos el 95% del trabajo a los artistas de flamenco", afirma Federico Escudero. La muerte de los tablaos supondría también la caída de las futuras generaciones.

Los tablaos son espacios sagrados que ayudan a que el flamenco se mantenga vivo"

Rosalía

Quienes los conocen bien, dicen de los tablaos que son "la universidad de los artistas de flamenco". Para la cantante Rosalía, "son espacios sagrados que ayudan a que el flamenco se mantenga vivo". "Mi apoyo a todos esos espacios donde hemos tenido oportunidad de expresar y de entregarnos con nuestro arte", expresa, por su parte, Estrella Morente. Se trata de un arte único que temen que temen pueda desaparecer y dejar huérfanos a quienes viven el flamenco en cada poro de su piel.