Algunos pensaban que era una mezquita; otros, lanzaderas de cohetes. Nunca se había hecho un edificio así. A Madrid llegaron especialistas del extranjero sólo para ver las torres. Javier Manterola, coautor del proyecto, recuerda aquel momento: "Los ingenieros ingleses se echaban las manos a la cabeza. Decían '¡Pero eso no se puede hacer!'".

Era un edificio inédito en arquitectura suspendida. Esto es, "el más alto -20 plantas- y el primero en hormigón pretensado, porque todos tenían estructura metálica", recuerda con laSexta el arquitecto Carlos Lamela. La idea era construirlo de arriba abajo, pero sin llegar hasta el suelo para dejar más espacio a los párkings subterráneos.

Ahora, un documental y un libro rememoran cómo fue aquel difícil proceso, porque Arias Navarro, entonces alcalde de Madrid, paralizó tres años la obra. Según confesó después, lo hizo porque se había desmadrado el urbanismo. Así lo relata Amador Lamela, codirector de las obras de las Torres Colón: "Preguntaban '¿Oiga, usted sabe qué ha pasado con eso?' y decían 'por lo visto el arquitecto se ha vuelto loco, lo han encerrado en un manicomio y no sabe cómo terminarlo'".

El edificio lo acabó comprando Rumasa, y fue expropiado en los ochenta. Hoy ya es una referencia mundial. El arquitecto Norma Foster ha señalado que Antonio Lamela fue "un pionero con un talento extraordinario". Por su parte, Simon Smithson afirma: "Todos conocemos el Siglo de Oro en el Arte y la literatura, y considero que la generación de Antonio fue su equivalente en Arquitectura”. Basta con mirar al cielo para darse cuenta.