Hay arte que atraviesa el tiempo y arte que permanece un tiempo. Que se crea y luego se diluye, se derrite, se quema o se seca. Se desvanece. "Todo tiene un tiempo, una durabilidad y luego queda el recuerdo, queda la documentación", explica Luis Valverde Espejo, director de la galería Espacio Mínimo.

En las obras de vida corta no se colecciona lo material, sino lo emocional. "Tiene la oportunidad de ver una obra única que no se va a repetir jamás, pero eso es algo que va a quedar en nuestra retina", asegura Consuelo Durán, directora de Durán Online Gallery.

En la de muchos permanecerá el ninot del rey, muy observada en esta edición de ARCO, con y sin cámara de por medio. Una obra inacabada que se completará cuando acabe en llamas. "El arte es esto, es arte por arte y no para invertir o ganar o perder dinero", dice André Luflot, coleccionista de arte.

"A la gente le puede parecer un disparate gastar un montón de dinero en algo que se va a destruir, pero eso no tiene nada que ver con la importancia o con el valor de esa obra de arte" defiende Luis Valverde Espejo.

Llevó muchas manos a la cabeza y abrió bocas el siempre provocador Banksy cuando hizo trizas su 'niña con globo'. El precio de la obra autodestruida se duplicó. "El arte quizás es una manera de hablar de este asunto, del dinero que se puede hacer con el arte", asegura Luflot.

Miquel Barceló deja su huella con agua y luego observa su desaparición. El artista urbano Sfhir cautiva con luz que acaba apagándose. Formas de arte efímero, fugacidad para poner a prueba nuestra memoria.