Tras el cántico a San Fermín, está todo listo para el encierro. Por la tradición, por la afición que inmortaliza el momentazo. 30 mozos ancianos son los protagonistas y vamos que tenemos al toro bramando, con ganas de salir de corrales.

Los corredores están expectantes, ataviados con pañuelo rojo, cambiando el periódico al aire por papel de regalo. Porque eso es esta fiesta para ellos. El chupinazo desata la euforia.

Primera cogida nada más empezar pero la carrera sigue, barrera multicolor y mozos entregadísimos. Cuidado, no podía faltar el despiste. Segunda herida pero muy leve porque segundos más tarde tenemos a la señora apunto de entrar a la plaza. No se amontonen, que caben todos.

Queda tiempo para una última cogida. Ya dentro de la plaza los toreros deleitan con una faena digna de puerta grande, en una fiesta que acaba con tres heridos por asta de toro y un buen ataque de risa.