La teoría la hemos escuchado todos. Hace 66 millones de años un asteroide acabó con la posibilidad de ver a los dinosaurios en carne y hueso. Una extinción masiva que aniquiló al 99% de los organismos vivos.

El desastre debió dejar la tierra bastante desordenada, con miles de cadáveres tirados por nuestro planeta. El problema es que no se había encontrado una capa estratigráfica con todos los fósiles que resultaron del incidente. Hasta ahora.

El paleontólogo Robert DePalma afirma haber dado con ella en un yacimiento de Dakota del Norte, que fue en su momento un mar interior llamado Tanis.

Los fósiles son de todo tipo: peces, flores, plumas y por supuesto nuestros preciados dinosaurios. Además están situados de manera desorganizada, lo que indica que acabaron allí de una manera rápida y violenta. Además, el estrato está lleno de tectitas, un cristal producto de la roca fundida que provoca un impacto meteorítico.

Todo parece indicar que DePalma tiene las de ganar y que realmente ha encontrado la prueba que demostraría la teoría del asteroide. El problema es que DePalma encontró en 2015 una especie nueva de dinosaurio y en su reconstrucción osea incluyó un hueso de tortuga. Esto le ha ganado una reputación un tanto dudosa para la mayoría de sus colegas.

Por eso, su descubrimiento ahora ha generado susceptibilidad en la comunidad científica.