Los propietarios, además de la Fundación, son el Estado y el Ayuntamiento de su ciudad natal. De confirmarse la paternidad del genio, su hija convertida en descendiente legítimo tendrá derecho a la legítima establecida por ley, es decir, dos terceras partes de todo el patrimonio.

Habría que añadir a las obras de arte, la Casa de Port-lligat, el Castillo de Púbol y una casa en el centro de Cadaqués, sin embargo, de descartarse la paternidad, Pilar Abel pasaría de la ilusión de la riqueza a la pobreza si tiene que pagar las costas del proceso judicial que incluye una exhumación sin precedentes.