Patrimonio de Asturias se ha cansado y abrirá un expediente informativo para aclarar la restauración, entre comillas, de tres tallas del Siglo XV en la ermita de Rañadorio.

Son santa Ana, la virgen y el niño, María y Jesús y San Pedro. Con tonos chillones que, a lo mejor, para algunos eran la intención inicial del autor. Lo que es seguro es que a San Pedro no se lo imaginó con estrabismo.

Marisa es la estanquera del pueblo y las ha pintado en sus ratos libres porque, según ha contado a 'El Comercio', tenía permiso del párroco y para ella estaban horrorosas. Está orgullosa del resultado y dice que a los del pueblo les gusta, pero para los expertos es un desastre.

"Es un repinte. No hay estudios previos fisicoquímicos, no han hecho una analítica, es una aberración", señala María López de Castro, restauradora y conservadora de Bienes de Interés Cultural. La asociación de restauradores ha dicho basta: "¿Qué tipo de sociedad permite pasiva que destruyan ante sus ojos el legado de sus antepasados".

"Un médico no se pone a operar sin saber. Es una cuestión de respeto, de coherencia, de sentido común", añade María López. El san Jorge de Estella, el angelito de Reinosa, las farolas de San Sebastián y ahora estas tallas. El efecto llamada del Ecce Homo se dispara.