Su símbolo es reconocido en prácticamente cualquier rincón de España. Y eso que, pese al gran éxito adquirido durante los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992, y para el recuerdo eterno de quienes vivieron tal competición deportiva, Cobi, nombre basado en las siglas del Comité Organizador de las Olimpiadas de Barcelona (COOB), tuvo una fría acogida en un principio.

En este sentido, la gran popularidad que obtuvo la mascota española de las olimpiadas fue tal que se llegó a crear una serie de animación, 'The Cobi Troupe', previa al inicio de Barcelona 92. Ésta acrecentó más, si cabe, el reconocimiento del perro antropomórfico tanto a nivel nacional como internacional.

Ahora, casi 30 años después, la realidad es muy distinta para el creador de Cobi. De origen valenciano, Javier Mariscal reconoce que está arruinado y sin trabajo; únicamente valiéndose de los beneficios que obtiene cuando hace de "mantero" en la calle.

Tal situación, según explica el diseñador en una entrevista con la revista literara 'Gurb', se debe a varios factores que le indujeron a una depresión "muy gorda". Así, Mariscal relata que las dificultades que tuvo que atraversar hasta la actualidad comenzaron en el año 2008, cuando, a razón de la crisis, tuvo que hacer un ERE en un estudio con 40 personas de plantilla; para él, aquello era "como una familia" de la que tuvo que despedirse.

El propio disñador reconoce que, a partir de esa misma condición económica que ahogaba a España, tuvo que dejar de lado todos los proyectos que, por aquel entonces, tenía abiertos. "No lo supe hacer", admite el artista. A su repentino problema laboral se le sumó un desengaño amoroso que le llevó a al psiquiátrico "tomando pastillas".

Actualmente, habiendo superado parte de sus problemas, admite que sigue en serias dificultades económicas. "Poco a poco vas saliendo de la depresión, pero no del problema con el trabajo". Mariscal se halla se halla en una situación verdaderamente precaria en lo económico.

De hecho, el propio artista multidisciplinar asevera que la única propiedad que mantiene en estos momentos es una Vespa. Así, señala: "Yo abro la tienda y ya no viene nadie. Tengo que ir a la calle a poner una manta en el suelo para poner ahí sombreros y cosas, para ver si la gente viene y me compra".

Pero a este respecto, él afirma con firmeza y seguridad que no le aflige en demasía la situación. "A mí no me importa. Sé vivir perfectamente con nada, tengo amigos, puedo vivir en sus casas y no soy nada consumista".

Las preocupaciones, dice, están dirigidas a sus hijos. "Quieres que no les falte de nada, quieres pagarles un colegio que esté bien y que en el futuro, si quieren puedan ir a la universidad, o si tienen que ir al extranjero puedan ir". Esto es, claro, las inteciones de cualquier padre empeñado en ofrecerles un buen futuro a sus descendientes.

Ante el problema laboral, aprovecha el autor de Cobi para no morderse la lengua para tratar según qué cosas. Critica la gestión de Artur Mas, al que tilda de "tramposo", y dice no sentirse nacionalista. También, está seguro de una cosa: "A este Gobierno tan franquista que tenemos no le gusta la cultura".