La primera jornada del Low Festival ha colmado las expectativas de los asistentes y de la organización: casi 25.000 personas se han dado cita en la ciudad deportiva 'Guillermo Amor' de Benidorm. Un certamen con éxito garantizado tras vender anticipadamente los 20.000 abonos.

Si el resto de días el recinto registra una afluencia similar, algo que parece seguro, la empresa organizadora pueda presumir de haber batido las cotas de 2017, año en el que totalizaron 83.000 almas. En el terreno musical, la mayoría de los ojos estaban puestos en las actuaciones de Iván Ferreiro y el 'indie' francés de Phoenix, en horario estelar en el escenario principal.

Sin embargo, los primeros aplausos se los llevó Christina Rosenvinge, rodeada de muchos fans de su actual pop de autor, pero también nostálgicos de sus tiempos de Alex y Christina o Christina y los Subterráneos.

Con todo, el honor de arrancar esta décima edición del Low lo ha tenido la catalana Joana Serrat desde el escenario Matusalem, con un folk que pasadas atraía a numerosos incondicionales. Con el show de Ferreiro, el recinto lucía sus mejores galas con un público deseoso de entregarse a la música del cantante gallego, que ha realizado un repaso de los temas de sus últimos trabajos.

A veces pasional y a veces melancólico, no decepciona a sus fieles. Pero sin duda el plato fuerte ha sido la banda francesa Phoenix. El grupo liderado por Thomas Mars, hacía su aparición y ya con sus primeros temas no dejaba a nadie indiferente. La conexión con el público se notaba desde el minuto uno.

Un espectacular directo y un sonido incomparable ha acompañado muchos de sus temas más conocidos hasta hacer las delicias de los miles de 'lowers'. Canciones como 'Lizstomanía' o 'Too young' del álbum 'Wolfgang Amadeus Phoenix' -Grammy al mejor trabajo de música alternativa- no hicieron sino entregarse más a sus seguidores.

Phoenix ha brindado lo que todos esperaban, alternando el rock y el pop y algunos temas con predominio de la electrónica, como paso previo a un final instrumental apoteósico. Un sonido muy británico de unos franceses que bien podían haber nacido en Liverpool o Manchester.