Britney Spears lo ha contado todo: sus frustraciones profesionales, problemas familiares y judiciales. Además, ha narrado uno de los episodios más terribles que recuerda: su primer aborto. Durante su noviazgo con el también cantante Justin Timberlake, que abarcó de 1999 a 2002, tuvo un aborto que para ella fue una "sorpresa" pero no "una tragedia". Se conocieron cuando eran jóvenes miembros del elenco de la serie de televisión "The Mickey Mouse Club", salieron durante unos tres años al final de su adolescencia convirtiéndose en sensaciones de los tabloides, antes de separarse abruptamente en 2002.

"Amaba mucho a Justin. Siempre esperé que algún día tuviéramos una familia juntos", escribe en sus memorias 'La mujer que soy', que salen a la venta en español este jueves. "Pero Justin definitivamente no estaba contento con el embarazo. Dijo que no estábamos listos para tener un bebé en nuestras vidas, que éramos demasiado jóvenes". Si hubiera sido solo su decisión, Spears escribió: "Nunca lo habría hecho. Y, sin embargo, Justin estaba tan seguro de que no quería ser padre". La cantante describe el episodio como "una de las cosas más agonizantes que he experimentado en mi vida".

Las muy esperadas memorias de Spears llegan casi dos años después de que fuera liberada de una tutela de 13 años controlada por su padre, Jamie Spears. El acuerdo había regido la vida personal, la carrera y el patrimonio de 60 millones de dólares de Spears desde 2008 hasta que se rescindió en noviembre de 2021. "Vine a este mundo para financiar su cuenta bancaria. Pienso en cómo mi padre y sus socios tuvieron tanto control sobre mi cuerpo y mi dinero que me enferma", confiesa la artista.

También cuenta detalles acerca de su relación con su madre, Lynne Spears, quien la trataba como una “niña robot” que tenía que cuidar su dieta al máximo para no “parecer gorda” desde su fulgurante irrupción en el programa juvenil “The Mickey Mouse Club”. Otro de los pasajes más impactantes sobre su madre pone el foco en que ambas bebían daiquiris juntas durante viajes familiares a Biloxi (Misisipi, EE.UU.) cuando apenas tenía 14 años. “Me encantaba poder beber con mi madre de vez en cuando”, relata para añadir que a ambas les sentaba bien la bebida, mientras que su padre “se deprimía más” cuando ingería alcohol.

Además, la artista natural de McComb (Misisipi, EE.UU.) habla de la difícil época de su divorcio del rapero Kevin Federline, en 2007, que acabó derivando en un violento enfrentamiento con un grupo de paparazzi y, a la postre, que se le impusiera una tutela legal y que acabara interna en centros psiquiátricos varias veces durante los siguientes 12 años. En 2008, a los 27 años, fue internada por segunda vez en un centro psiquiátrico, lo que llevó a la cantante a un grado de desesperación tal que, según cuenta, le hizo pensar que su familia quería matarla.

A lo largo del libro también menciona que en esta etapa consumió antidepresivos como el Prozac por motivos de salud mental, pero que su única droga de “elección voluntaria” ha sido el Adderall, fármaco utilizado habitualmente para tratar los síntomas de TDAH. “Lo que más me gustaba es que me daba unas horas para sentirme menos deprimida. Era lo único que me funcionaba como antidepresivo y realmente sentía que necesitaba uno de esos”, rememora la intérprete de “Toxic”. Aún así, la artista considera que no fue demasiado valiente en su trayectoria profesional. "Si hubiera sido lo bastante valiente como para no quedarme en mi zona segura, si hubiera hecho más cosas que no estuvieran dentro de lo que conocía…", lamenta Spears 21 años después sobre el rechazo a la adaptación cinematográfica de “Chicago” (2002).