En 1907 el marido de Adele Bloch-Bauer le encargó un retrato al mejor artista de Viena, Gustav Klimt. Musa y pintor acabaron siendo amantes.

Adele dejó en su testamento que su retrato se expusiera en la galería Belvedere de Viena. Tras su muerte los nazis invadieron Austria y le quitaron todo a su marido. Incluído el retrato, que acabaron colgando en la galería. Allí se quedó incluso después de que se devolviera lo robado a sus legítimos dueños, porque Austria consideró que dejarlo ahí era la voluntad de Adele.

María Altmann, su sobrina, descubrió con 83 años que, en su testamento, su tío le había dejado en herencia los cuadros que los nazis les quitaron. Así que en el año 2000 contrató a un abogado y le reclamó a Austria lo que ella consideraba suyo.

Seis años después ganó el jucio y, a regañadientes, le devolvieron el cuadro al que desde hacía décadas llamaban 'La Mona Lisa de Austria'. Ella lo subastó. 107 millones de euros pagaron por él. Se convirtió en el más caro de la historia.  Desde entonces cuelga en una galería de Nueva York, que desde hoy dedica una exposición a su hitoria, que además ahora llega al cine en una película protagonizada por Helen Mirren y Ryan Reynolds.