La historia de Matheryn Noavaratpong causó un gran revuelo en 2015. Sus padres habían decidido criogenizarla a los dos años después de que muriese debido a un tumor cerebral de 11 centímetros.

Matheryn se convirtió entonces en la persona más joven en ser criogenizada. En el Hospital de Bangkok perdió el 80% del lado izquierdo del cerebro tras someterse a varias intervenciones quirúrgicas.

Sus padres, ambos médicos, se dieron cuenta entonces que era el final para la pequeña. Decidieron entonces criogenizarla con la esperanza de que algún día podría encontrarse una cura para su enfermedad.

Su cuerpo y su cerebro están sumergidos en tanques separados especiales de acero inoxidable rellenos de nitrógeno líquido, algo que cuesta a sus padres alrededor de 80.000 dólares al año.

Ahora, Netflix ha decidido contar su historia en el documental 'Hope Frozen: A Quest To Live Twice' ('Criogenización: vivir dos veces' en castellano).