Destartalado, viejo e invadido por las plantas, casi ni se le reconoce. Beti Jai era parada obligatoria de los campeonatos de pelota vasca, tal y como asegura el campeón del mundo Fernando Larumbe.

Hasta este recinto, entonces a las afueras de Madrid, llegaba incluso la corte para disfrutar de un juego muy popular. Tanto que Beti Jai tenía capacidad para cuatro mil personas. De hecho es el edificio deportivo aun en pie más antiguo del mundo y en su momento el más innovador. Se edificó teniendo en cuenta que todos los espectadores tuvieran la máxima visibilidad.

Si ahora se rehabilitara y fuera sede olímpica, en Beti Jai se podría celebrar cualquier competición que se celebra en el Palacio de los Deportes de Madrid.

Pero Beti Jai murió de éxito. Se construyeron otros frontones más modernos y a cubierto. Beti Jai acabó abandonado y eso lo ha hecho único. Ahora ni sus propietarios ni el ayuntamiento están haciendo nada, aparentemente, por recuperar este símbolo en el centro de Madrid.

De momento Beti Jai tiene categoría de Bien de Interés Cultural, lo que impediría su derribo aunque parezca que a pocos les interese devolerle su esplendor.