5.000 personas salieron a la calle imaginando un futuro mejor. Era el 26 de junio de 1977 y Barcelona se convirtió en un icono del activismo LGTB en España.

40 años de dictadura donde fueron perseguidos y señalados con el dedo. Un año más tarde, por fin se aprobaba una ley que transformó la imaginación en realidad.

Para Manuel Sobrino, portavoz de la Federación Estatal LGBT, esta ley "supuso el final de una época marcada por la represión, por el hostigamniento para el colectivo LGTB y el principio de un proceso que abría la posibilidad a todos los avances sociales".

38 años donde el colectivo ha vivido grandes avances. Ya no se esconden y están orgullosos de lo que son. Muchos activistas en el camino para lograr ser respetados hasta una ley, la de 2005, que legalizó el matrimonio.

Pero aún queda mucho por hacer. Que la transexualidad no sea tratada como una enfermedad o parar las agresiones a homosexuales. Una lacra que Manuel Sobrino considera que son sólo "la punta del iceberg de un gran número de discriminaciones y agresiones físicas que ha habido de manera histórica hacia el colectivo LGTB".

Por eso, tanto tiempo después, aún les falta conseguir metas para ser del todo libres.