Más de 20 años después de la extinción del afamado grupo de rock español, su guitarrista ha decidido ceder su instrumento a la ONG 'Global Humanitaria' para recaudar dinero para el proyecto 'Melodía por una sonrisa', que busca disipar los traumas y ayudar a recuperar la infancia de los niños sirios refugiados en Jordania.

Así, hasta el 20 de noviembre se pueden realizar donaciones en la web de la iniciativa, 'www.melodiaporunasonrisa.com', con las que se entra en el sorteo de un ejemplar de Gibson Les Paul Custom, adquirida por Valdivia en Londres hace casi tres décadas.

El dinero recaudado irá destinado a un aula de musicoterapia que se abrirá en el centro de rehabilitación que la ONG gestiona en la ciudad jordana de Amán, donde se ofrece atención médica, prótesis y atención psicológica desde hace tres años.

Como relata Valdivia, cuando conoció este proyecto no se lo pensó dos veces y decidió poner a disposición de la organización una de las guitarras más importantes en su vida. Nada más y nada menos que la que utilizó en los videoclips de 'Entre dos tierras' y 'Maldito duende' y en la grabación de 'El espíritu del vino', tercer LP de este grupo referente en la historia del rock en español.

"Cuando me hablaron del proyecto de musicoterapia me pareció muy interesante: poniéndoles música a los niños, volvían a hablar", explica el músico en relación a esta terapia, "muy adecuada para superar las secuelas que la guerra ha dejado en los menores".

De hecho, la música de Héroes del Silencio formará parte de algunas de las sesiones con las canciones "más suaves" seleccionadas por el propio Valdivia, como 'Héroe de leyenda' o 'La chispa adecuada'.

En un viaje reciente al campo de refugiados sirios de Zaatari (Jordania), que acoge a más de 100.000 personas huidas de la guerra, Valdivia ya pudo conocer de primera mano la situación de estos pequeños y cómo tanto la música como las artes plásticas pueden contribuir a su recuperación.

"En mis conciertos se hacían colas para verme, aquí se hacen colas para comer", explica el músico en el vídeo documental sobre su viaje, en el que asegura que da su imagen en nombre de todas aquellas personas que son "los auténticos héroes".

"Me han dicho que soy el primer músico que logró entrar en el campo de refugiados; hubo que hacer muchos permisos y visados. Una vez allí, te encuentras un campo desértico y una situación muy dura", recuerda Valdivia, quien conoció la situación de algunos de los menores con los que trabaja la ONG, muchos de ellos sin familia y mutilados por las bombas.

Sin embargo, ante toda la vida que les queda por delante se vislumbra la esperanza y una gran curiosidad, como recuerda el músico: "Era impresionante los ojos que se les abrían cuando me veían tocar la guitarra eléctrica, quizás algunos todavía no habían visto un instrumento así en su vida. Se ponían muy contentos".

Así, ayudar en este tipo de proyectos humanitarios se ha convertido en una labor habitual para Valdivia. De hecho, en 2013 regaló otra guitarra para subvencionar parte de la construcción de una escuela en la India y en 2011 se desprendió de otra para recaudar fondos para el terremoto y tsunami de Japón.

En la actualidad Valdivia confiesa que la música sigue siendo una parte muy importante de su vida. De hecho, después de la disolución de los Héroes del Silencio (activos de 1984 a 1996), el guitarrista grabó un disco en solitario, 'Trigonometralla' (2001), y completó sus estudios de piano.

En 2007 participó en la gira de reencuentro de los Héroes del Silencio, que les llevó a pisar grandes escenarios en Guatemala, Argentina, México, Estados Unidos y en España, con paradas en Sevilla, Valencia y Zaragoza, ciudad que los vio nacer.

"Yo cuando empecé a tocar tenía el sueño de verme como a los Rolling Stones o los grupazos, en escenarios enormes con una pasarela larga: soñaba con recorrer una de esas pasarelas y ese sueño se cumplió", rememora Valdivia sobre esta despedida del grupo en la que llenaron estadios superando para él todo lo vivido en la década de los noventa.

Ahora, ha llegado el momento de que su Gibson negra, insignia del aclamado grupo, viva una época probablemente más tranquila en manos del ganador del sorteo. Y también de que esta guitarra, como su hasta ahora propietario, abrace una causa solidaria tan importante como devolver a un niño parte de la ilusión y alegría que nunca debió perder.