En la jungla de competencia festivalera hay un lema: cuántas más actividades y novedades ofrezcas, mejor. En el Festival Cruïlla, en Barcelona, han interiorizado esta máxima y han introducido unas gafas de realidad virtual, con las que podemos 'compartir' escenario con nuestros grupos favoritos.

"Tienes la sensación de que estás cantando con ellos, te giras, ves al público, sus reacciones, y todo esto en tiempo real", explica Jordi Herreruela, director de este festival, sobre una tecnología pionera en todo el mundo, que utiliza una cámara 360 situada encima del escenario, que capta la actuación y la retransmite en directo.

"Me están dando ganas hasta de lanzarme al escenario para que me cojan", comenta un asistente mientras las prueba gafas.

El Resurrection Fest, por su parte, ha llenado con casi 30.000 'heavies' un pueblo de 15.000 habitantes como es Viveiro (Lugo). Esta edición ha batido récords de ventas y 10.000 asistentes deciden dormir en el camping. "Estamos aquí para escuchar a los mejores grupos que hay", comenta uno de ellos.

Este año, además, han subido el nivel con el 'glamping': desayuno incluido y distintos tipos de tiendas de campaña. "Esta por ejemplo es para cuatro personas", explica Adrián Sánchez, "viene con cuatro colchones, sábanas, edredones...".

Asimismo, lavan las sábanas y te dejan la cama hecha y, para los más sibaritas, ofrecen estas cápsulas como las de los famosos hoteles japoneses. "Tienes aire acondicionado, tienes privacidad, caja de seguridad...", explica un huésped.

Los festivales se convierten así en un campo de pruebas tecnológicas y de ocio, que amplían la experiencia musical hacia nuevos horizontes.