Carlos Areces, actor y coeditor del libro 'Post Mortem' muestra la colección de más de un centenar de retratos de difuntos que atesora. "Estamos hablando de gente que no se había hecho una foto en vida, entonces era como la última oportunidad de hacer una foto y conservar ese recuerdo", afirma, a lo que añade que puede "parecer macabro, pero hay que entender que en aquel momento hacerles una foto muertos a los muertos no resultaba tan escabroso, sino que era un gesto de amor de las familias".

Y fue así como en el siglo XIX surgió una técnica llamada Fotografía 'Post Mortem'. Areces recorrió anticuarios, librerías de viejo y barrió Internet para atesorar más de un centenar de fotografías, ferrotipos y daguerrotipos, que ahora reúne en un libro. "Al principio era muy habitual que los familiares vivos posaran con el difunto", indica el actor.

Estos retratos, reservados casi siempre para las clases más pudientes, servían también para distribuirlos a los familiares que no habían podido desplazarse al funeral. El coeditor del libro 'Post Mortem' señala que "la muerte era algo más cotidiano de lo que es hoy en día". "No había ese miedo al contacto con la muerte. Hoy en día tenemos tanto acceso a fotografiar todos los momentos que queremos que el retrato de la muerte ha quedado distanciado de la vida normal", manifiesta.

Sin embargo, esto no ocurre en países como México o Puerto Rico, donde velan a los muertos como si estuvieran vivos en las funerarias.

Además, según cuenta Carlos Areces, el cine de terror ha contribuido a construir ese cliché inquietante y aterrador. Para él, atesorar una colección de Fotografía 'Post Mortem' no nace del morbo, sino de la curiosidad por saber cómo fueron esas relaciones humanas, ponerse en la piel de quienes vivieron esa época. "Por ser un ser humano estás interesado por la muerte, porque somos los únicos seres vivos plenamente conscientes de su propia finitud", dice.