Ahora es una de los miles de trabajadores de la plantilla que se han vuelto a unir para restaurarlo, como Salvador Martínez, técnico de tierra de Spantax, que conoce palmo a palmo este gigante al que regresa después de tres décadas. "Corría mucho, de hecho, ninguno le ha pasado en velocidad", explica Salvador.
Estuvo criando moho en la base militar de Palma de Mallorca hasta que desde todos los rincones, antiguas azafatas y azafatos, técnicos, hijos, nietos, empezaron a buscar y mandar las piezas para reconstruirlo.
"Nos han llegado donaciones para ir recuperando el avión de otros Coronados", sostiene Tomás Gómez, de la Plataforma Salvemos el Coronado de Spantax.
Junto a las piezas mucho más, como Juan que ha enviado una gorra de piloto con la que él bromeaba en la época en la que trabajaba en mantenimiento. Os unos manuales de Fina, que aprendió el oficio en una época en la que había academias de elegancia para azafatas.
También destaca una instantánea de Bettina Kadner, la primera piloto mujer española que se estrenó en Spantax; u otra del aeropuerto de Ibiza, como la puerta de embarque parece la de una casa de campo.
Gracias a compañías chárter como esta, los españoles que no eran ricos pudieron por primera vez despegar. Ahora quieren que todos estos objetos integren un museo del que el coronado sea la joya. "Nos gustaría poner pantallas en el interior con grabaciones en las que se lleva al visitante a aquella época", sostiene Ernesto Gutiérrez, de la Associació Museo Aeronáutic Baleares.
Sólo así, este gigante podrá seguir levantando el vuelo con sus millas de historia.
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