Serbia, Moldavia, Hungría, Ucrania, Australia, Dinamarca, Eslovenia y Holanda también consiguieron un lugar en la gran final en el escenario del Altice Arena de Lisboa el próximo sábado. Como se esperaba, Noruega se clasificó con ‘That's how you write a song’, de Alexander Rybak, que volvió a conquistar al público con su carisma y su violín como ya lo hizo en 2009, cuando se proclamó vencedor del festival.
A Rybak volverán a enfrentarse el sábado el sueco Benjamin Ingrosso, que apostó todo a la iluminación y a la coreografía con una canción muy "dance", o la australiana Jessica Mauboy, que consiguió la cuarta presencia consecutiva de su país en la final de Eurovisión, donde debutó en 2015.
Más sorprendente fue la clasificación de los serbios Sanja Ilic & Balkanika, que acompañaron su presencia en el escenario con tambores y una flauta, y a quienes las apuestas no daban un lugar en la final.
Lo contrario ocurrió con Malta y Polonia, que a pesar de partir con mejores pronósticos se quedaron fuera, al igual que Rusia, país que volvía al festival tras no participar el año pasado por tensiones políticas con Ucrania.
Si en la primera semifinal el fuego estuvo presente gracias a una de las favoritas, Chipre -que participa con un tema titulado "Fuego"-, en esta segunda gala volvió a ser protagonista en la puesta en escena de países como Malta, Polonia, Hungría o Ucrania, que apostaron por las llamaradas sobre el escenario.
Gran parte de los aspirantes recurrieron a los efectos y la iluminación recargada que permiten los paneles de luces del Altice Arena en esta segunda semifinal, que contó con menos baladas que la primera y temas más movidos.
Hasta las cuatro presentadoras aprovecharon los minutos en los que los teléfonos estaban abiertos para salir a bailar y hacer un repaso por los más de 60 años que acumula el festival. La prohibición de tocar instrumentos en directo no fue impedimento para sacarlos al escenario, como demostraron la banda que acompañaba al holandés Waylon o el ucraniano Melovin, que cerró la semifinal con una actuación en la que empezó dentro de un piano, a modo de ataúd, y que acabó con el escenario en llamas.
Al más fiel estilo eurovisivo, festival en el que todo es posible, en esta semifinal también se pudieron ver elementos tan dispares como maniquíes con caretas llenando el escenario durante la actuación de Rumanía o robots junto a la aspirante de San Marino.
Los participantes fueron presentados a través de postales de 30 segundos rodadas en diferentes localizaciones de Portugal y con las que el país anfitrión ha querido vender sus bondades, como los pasteles de Belén, el arte urbano, la clásica guitarra portuguesa y el surf. Los diez clasificados de hoy se juntan a los que pasaron la primera semifinal -Austria, Estonia, Albania, Bulgaria, Irlanda, República Checa, Finlandia y Lituania, además de dos de las favoritas, Chipre e Israel- y a los seis con pase directo a la final -Portugal, España, Reino Unido, Italia, Francia y Alemania-.
Estos tres últimos estuvieron presentes en la segunda semifinal, durante la que se pudo ver un extracto de su actuación el próximo sábado, como ya ocurrió en la primera semifinal con Portugal, Reino Unido y España. Los representantes de España, Amaia y Alfred, no estuvieron presentes esta noche en el Altice Arena, pero dedicaron el día a atender a la prensa y recibir el apoyo de sus fans en el "Eurovillage", donde celebraron un encuentro con los seguidores españoles.
Amaia y Alfred afrontan las últimas 48 horas antes de la final del sábado "impacientes" y con "energía", según aseguraron en una entrevista con Efe, aunque "tranquilos" y contentos con una propuesta que califican como "sencilla". Desplegarán esa sencillez sobre el escenario el sábado, cuando se escogerá al sucesor del portugués Salvador Sobral, que conquistó hace un año a Europa con la sobriedad y el intimismo de "Amar pelos dois".
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