Hay un responsable de que hoy podamos seguir admirando 'Las Meninas' o 'Los Fusilamientos del 2 de Mayo': se llamaba Timoteo Pérez Rubio, y se encargó de salvaguardar el Tesoro Artístico Nacional, pero cuando la guerra acabó tuvo que huir de España.

En el camino, Timoteo se cruzó con las obras por las que tanto había luchado: más de 27.000 piezas regresarían a España sanas y salvas tras haber estado en Ginebra, resguardadas por la Sociedad de Naciones.

Su vuelta no fue fácil, porque justo cuando emprendían el camino de vuelta, estallaba la Segunda Guerra Mundial. El tren que portaba el patrimonio artístico español cruzó Francia de noche, con las luces apagadas para evitar un ataque aéreo de las tropas nazis.

El gobierno franquista siempre se quejó de que los republicanos las habían maltratado y robado al llevárselas de España. Pero, al recuperarlas, milagrosamente no faltaba ninguna.

La propaganda del régimen atribuyó el éxito en la la vuelta del arte del Prado exclusivamente a Franco, pero no todo el patrimonio se salvó por igual: algunas piezas se extraviaron, y otras quedaron señaladas porque sus dueños eran republicanos.

Ahora, sus familiares intentan recuperarlas, pero es un procedimiento muy complejo: llevan 80 años en otras manos y no hay herramientas judiciales suficientes para recuperar un patrimonio que logró sobrevivir a la destrucción de las bombas.