El éxito de la música en directo ha convertido ya a la industria de los festivales, como el Sonorama Ribera, en un sector de peso en la economía española. "Creo que la gente que viene aquí ama la música y viene a algo más que a disfrutar", explica Javier Ajenjo, coordinador del festival. El año pasado, este modelo de negocio cerró con su máximo en recaudación y en asistencia.

En total, 334 millones de euros y casi seis millones de festivaleros. Su popularidad, como todo, depende del ojo de quien mira. El presupuesto medio de un evento como este en nuestro país supera los 600.000 euros, genera una media de 130 puestos directos de trabajo y unos 230 indirectos. En Aranda de Duero, los bares hacen en cinco días su agosto completo.

"Triplicamos o cuadriplicamos las ventas. No damos a basto", explica Laura Castaño, encargada del bar 'Tio Juanillo'. Los 30.000 festivaleros que se prevén en la jornada fuerte del festival suponen el día grande para todo el sector de la restauración. "Hacemos lotes que salen muy bien de precio a la gente", cuenta Mari Tere Tudanca, empleada de la confitería Gregorio Tudanca.

El Sonorama, como otros muchos festivales, supone ya un impulso importante para muchos sectores. Cada festivalero se gasta de media unos 500 euros; algo menos si uno se queda en el camping, el alojamiento que más abunda. Y un dato curioso: el 84% de toda este gente estrena ropa para la ocasión.