Todo apuntaba a que los Oscar de este año estarían cargados de críticas a Trump Pero esta vez, las expectativas superaron la realidad. Aunque sí hubo algunas bromas y chascarrillos. Las ironías de Jimmy Kimmel, conductor de la gala, se sucedieron durante minutos.

Kimmel continuó pidiendo una gran ovación para Meryl Streep recordando que el presidente de EEUU llegó a calificarla de actriz sobrevalorada. "Meryl, sube conmigo. Todo el mundo, por favor, únanse a mi para darle un inmerecido aplauso".

Todo se puso más serio con el anuncio del Oscar a mejor película de habla no inglesa, que recayó sobre el director iraní Asghar Farhadi. En su nombre, y en señal de protesta, lo recogió una ingeniera espacial musulmana, estadounidense y de origen iraní, Anousheh Ansari, que recordó que la ausencia del director se debía "al respeto a la gente de su país y de otras seis naciones musulmanas vetadas por el actual presidente de EEUU".

Desde Teherán, el director iraní, que ya ganó el Oscar en 2012 por 'A separation' anunció en un vídeo que no acudiría a la gala de este año y dejaba muy claro su rechazo al veto de inmigración de Trump a siete países musulmanes. "Di no a los poderes políticos opresivos de cualquier parte", afirmaba.

'The Salesman' fue proyectada en Times Square y miles de personas acudieron a ver la película y apoyar a Fahrad en su rechazo a las políticas migratorias Trump.

Las críticas y reivindicaciones de la comunidad latina las encarnó el actor Gael García Bernal, que se saltó el guión para lanzar un contundente mensaje: "Como mexicano, como latinoamericano, como trabajador migrante, como ser humano... estoy en contra de cualquier muro que sirva para separarnos".

Bernal fue uno de los pocos que se atrevió a lanzar su grito de protesta. Ninguno de los ganadores, ni tampoco los presentadores, fue capaz de hacer una crítica abierta al presidente estadounidense. Esta vez, la ficción de las expectativas, superó a la realidad.