Si intentan no reírse al verlo será imposible, y lo mismo ocurría en el rodaje de 'El jovencito Frankenstein'. Así que Mel Brooks obligaba a todo aquel que no apareciese en cámara asujetar un pañuelo y morderlo si le entraba la risa.
Con 'El jovencito Frankestein', Mel Brooks firmó su película más divertida. Tenía una curiosa teoría para saber que lo estaba haciendo bien: nunca pensaba en el espectador; si a él le hacía gracia, incluía el chiste en la película. La película fue un éxito y parecía que durante el mismo rodaje algo se olían los que trabajaron en ella.
Muy poca gente sabe que Gene Hackman participó, y lo hizo como Harold, el ciego. Por aquel entonces ya era un actor muy reconocido y quiso probar en una comedia, pero optó por no salir en los créditos.
La película se grabó durante 45 días, pero podían haber acabado antes. El ambiente era tan bueno que Brooks alargó el rodaje inventándose escenas sabiendo que luego nos las incluiría en el montaje final.
Uno de los más insistentes el continuar el rodaje era Gene Wilder. Terminó llorando a moco tendido. No quería abandonar Transilvania y acabó con una de las numerosas depresiones que le costaron el apodo de 'payaso triste'.
La experiencia fue tan buena que acabó convertida en un musical escrito por el propio Mel Brooks. Ahora, ese libreto llegará a Madrid, y estarán todos: desde el doctor Frankenstein o Fronkostein, hasta Igor... ¿o era Aigor?
Lo cuenta la escritora Celia Santos
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