Una estatua de 18 metros de altura que llevaba casi 2.000 años perdida en el océano. Una figura colosal que forma parte de la colección de arte de Cif Amotan II, un esclavo de la época del Imperio romano que consiguió su libertad. Logró amasar tal fortuna que gastó millones en reunir una colección de arte como nunca se ha conocido.

Ese tesoro se cargó en el barco más grande construido por el hombre. El 'Apistos', que traducido significa 'Increíble'. Era tan increíble que el destino quiso que se convirtiese en leyenda. El navío se hundió en alguna parte del Océano Índico y con él, todas las obras que llevaba en su interior.

La humanidad nunca dejó de buscar semejante tesoro y en 2008 por fin dieron con él. Hoy se expone en Venecia bajo el nombre 'Tesoros del naufragio del 'Increíble'' y es tan increíble, que nunca existió de verdad.

Toda esta historia es la última locura del artista Damien Hirst. El británico ha pasado estos últimos diez años inventándose todas estas obras para que nos hagamos una pregunta: "¿Dónde está la verdad? Ese es el objetivo último de la exposición.

Todo está pensado para hacer creer que el tesoro del 'Increíble' existió de verdad. Ni siquiera el nombre de Hirst figura en unas esculturas que están recreadas con un detalle enfermizo. Como si se hubiesen pasado siglos debajo del mar. Ahí reside la verdadera intención de Damien Hirst: no dar por sentado lo primero que se nos cuenta e ir más allá. Tan lejos como ha llegado el tesoro del 'Increíble'.