Marcel Proust envidiaba el frenesí amoroso de sus vecinos. Así se lo contaba a su amigo Jacques Porel en una carta, fechada de julio de 1919, que ha sido subastada dentro de un lote de más de 300 libros y manuscritos.

El escritor francés comentaba con humor el asombro que le causaban las peripecias sexuales de aquellos inquilinos de las que era testigo. Decía tener celos de quienes podían gritar de tal modo.

La primera vez que les escuchó pensó que se trataba de un crimen. Y aprovechando que su confidente era hijo de su casera, el relato también le sirvió para dejar claro que el causante de tal alboroto no era él. Decía que él tan solo conocía el asma.

Confesiones íntimas poco habituales para la época, por las que se han pagado más de 28.000 euros.