Fue pionero y ahora es el último de su especie, un símbolo de la industrialización española. Pero puede acabar en el fondo del Cantábrico. "Pasado mañana puede haber un temporal y eso desaparece", explica Ángel Díaz Munío, alcalde de Castro Urdiales. Por su parte, Juantxu Bazán, director de la Escuela Taller Castro Uriales afirma que "sería lamentable y una vergüenza por parte de las administraciones".

En plena expansión de la minería española, el cargadero en voladizo de Mioño, creado a finales del siglo XIX, fue bandera de la modernización industrial. "Tenía la función cargar los buques fuera del puerto de Bilbao en mar abierto y en un lugar cercano a la mina", explica Joaquín Cárcamo, arquitecto industrial.

Gracias a su original diseño, durante décadas, el mineral llegaba con celeridad a miles de barcos británicos. En la Guerra Civil, durante la retirada del Ejército republicano, toda la estructura fue dinamitada.

En 1938 Altos Hornos de Bizkaia reconstruyó el cargadero y lo puso de nuevo en marcha hasta que en los 70 dejó de ser productivo. Desde entonces, a pesar de ser declarado patrimonio industrial, se le ha dejado agonizar. "El Ayuntamiento es responsable y propietario, pero no es el único responsable", afirma el alcalde.

Expertos en arquitectura aseguran que su rehabilitación completa es posible, necesaria y útil, siempre que un temporal de mar no convierta antes a este cargadero único en el mundo en chatarra de mar.