Desde el Día Mundial de la Libertad de Prensa de 2017, dos periodistas fueron asesinados en la Unión Europea en aparente represalia por su trabajo periodístico.
Este hecho espantoso ensombrece la conmemoración de este año y se convierte en un recordatorio estremecedor de que la batalla por la libertad de prensa está lejos de terminar y que no solo se libra en países como China, Venezuela o Etiopía, sino también en lugares en los que pensábamos que la habíamos ganado ya. En Malta. En Eslovaquia. En Europa.
Los asesinatos de Daphne Caruana Galizia en Malta y de Ján Kuciak en Eslovaquia demuestran que el periodismo que busca exponer delitos sigue siendo peligroso. En sus investigaciones sobre corrupción sistemática, tanto Daphne como Ján se hicieron enemigos poderosos. "Estamos en una guerra contra la corrupción y Ján fue la víctima de esa guerra", dijo la semana pasada a IPI el editor jefe de Aktuality.sk, donde Ján trabajaba.
Meses más tarde está claro que estos terribles crímenes han tocado un nervio, un reflejo de la irritación ciudadana pero también de cierta esperanza. En Eslovaquia, la ejecución de Ján y de su novia Martina Kusnirová hizo despertar a toda una sociedad. Decenas de miles de eslovacos han salido a las calles para exigir responsabilidades y un cambio, además de demandar su derecho a vivir en una sociedad decente.
La lucha de Ján contra la corrupción se ha convertido así en la de toda la sociedad. Como resultado directo de estas protestas, varios cargos del más alto nivel renunciaron uno tras otro: el primer ministro, el ministro del Interior y el jefe de la Policía.
Malta, mientras tanto, no ha visto la misma reacción de la sociedad. Pero ha sucedido algo igualmente importante: la solidaridad de todo el gremio periodístico. Para conmemorar el sexto mes de la muerte de Daphne, 45 periodistas de 18 medios de comunicación internacionales, incluyendo grandes cabeceras como New York Times, The Guardian, Süddeutsche Zeitung, Le Monde y La Repubblica, se unieron para continuar el trabajo que Daphne no pudo hacer. Estudiaron cientos de miles de documentos para ayudar a terminar las investigaciones de Daphne sobre la corrupción y el abuso de poder.
Su mensaje fue simple: se puede matar al periodista. Pero no se puede matar la investigación periodística. Estos hechos inspiradores nos muestran lo que puede hacerse después del asesinato de un periodista - el ataque más brutal y directo contra la libertad de prensa- para presionar a los Estados con el fin de garantizar la justicia. Pero en realidad el esfuerzo que se debe hacer para asegurar en la Unión Europea la justicia más básica es ridículo. A su vez, no hace prever nada bueno para periodistas que viven en sitios con mecanismos de responsabilidades menos fiables.
Porque lamentablemente Daphne y Ján no son las últimas bajas mortales que ha sufrido el periodismo desde el anterior Día Internacional de Libertad de Prensa. El 5 de septiembre de 2017, la reconocida periodista india Gauri Lankesh, crítica con el nacionalismo hindú, fue hallada muerta frente a su casa. Le habían disparado varias veces en el pecho y la cabeza.
El 15 de mayo de 2017, Javier Valdez Cárdenas, un prestigioso periodista mexicano de investigación, fue asesinado a balazos tras abandonar su oficina en Sinaloa. Le dispararon 12 veces. Javier, como muchos de los periodistas asesinados en México, era conocido por su cobertura del narcotráfico, el crimen organizado y la corrupción. Su asesinato se produjo pocos meses después del asesinato de otra periodista muy admirada, Mirsolava Breach Velducea, el 23 de marzo de 2017.
El 6 de abril de 2018, el fotógrafo palestino Yaser Murtaja recibió un disparo en el pecho de un francotirador israelí, a pesar de llevar un chaleco con la palabra "PRENSA", cuando cubría una manifestación en la frontera de Gaza con Israel. Su asesinato fue un acto indignante que viola toda norma de conducta concebible en zonas de conflicto.
En cada uno de estos casos -y en las docenas más enumerados en el recuento del IPI de periodistas asesinados, conocido como Death Watch y que computa las muertes de periodistas en todo el mundo desde 1997- existe una seria preocupación sobre la capacidad y disposición de las autoridades responsables para arrestar, acusar y castigar a los responsables. Esta impunidad es la que alimenta el ciclo de la violencia, es esta impunidad lo que no podemos soportar y contra la que debemos seguir luchando.
Los asesinos de Daphne pensaron que también matarían así sus investigaciones. Estaban equivocados. Los asesinos de Ján debieron pensar que se saldrían con la suya. Todavía hay que demostrar que se equivocaron. Lo mismo sucede con los asesinos de Gauri y los de Javier, Yameen, Brajesh y Joaquín.
En cierto sentido, el Día Mundial de la Libertad de Prensa es una expresión positiva del derecho a la libertad de prensa, consagrado en la Declaración Internacional de los Derechos Humanos y numerosos tratados internacionales y regionales. Y la libertad de prensa es una cosa maravillosa: nos proporciona los medios para participar de forma plena en nuestras sociedades.
Pero también es un día para reflexionar sobre los muchos obstáculos para ejercer este derecho de forma plena. Espionaje. Prisión. Censura. Medidas antiterroristas desproporcionadas y leyes sobre difamación y secretos. Acoso, tanto en el entorno digital como en la calle. Agresiones físicas. Campañas de difamación. Crisis de confianza. Un creciente autoritarismo. Las llamadas democracias "no-liberales". Y, por supuesto, asesinatos a sangre fría.
El hecho es que la libertad de prensa, como lo demostraron los asesinatos de Daphne y Ján, todavía es algo por lo que tenemos que luchar y, probablemente, siempre tengamos que hacerlo. Siempre habrá intentos de controlar la información; solo cambiarán los tiempos y lugares, los procedimientos y los actores implicados.
En este sentido, el Día Mundial de la Libertad de Prensa quizás se entienda mejor como un recordatorio de la necesidad de permanecer atentos y continuar nuestra defensa de la libertad de los medios y la libre circulación de noticias allá donde esté amenazada.
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