La playa de Benidorm es una de las más concurridas durante el verano, pero no siempre fue así. Los primeros turistas atraídos por ese encanto fueron los madrileños. La causa fue el botijo expreso que conectaba Madrid y Alicante. Recibió el apodo por ser el tren que utilizaban las clases medias bajas, que veían en el Levante una opción económica para pasar sus veranos.

El auténtico 'boom' llegó en las décadas de los 50-60. La almadraba del Racó de l'Oix se cerró y obligó a la ciudad a olvidar la pesca y utilizar el turismo como motor económico.

Es entonces cuando empieza la transformación, bajo la alcaldía de Pedro Zaragoza Orts se aprueba un nuevo plan urbanístico aún sin rascacielos eso sí. Durante este tiempo, la población creció casi un 130%.

También en esta década se inaugura el Festival de la canción de Benidorm. El objetivo era doble: se promocionaba la música española a la par que se daba a conocer la ciudad.

El éxito fue inmediato y sólo quedaba posicionarse como destino turístico a nivel internacional. En 1967 se conseguía tras inaugurarse el aeropuerto de L'Altet. Comienzan a llegar los chárters repletos de turistas europeos en busca de sol.

Los rascacielos y hoteles irrumpieron en los 70, Benidorm se había convertido en la primera ciudad española con este tipo de edificios.

En menos de un siglo, Benidorm pasó de la pesca al turismo, supo adaptarse a los nuevo tiempos: se cambió la caña de pescar, por la caña de cerveza.