Peret tenía una misión: hacerle pasar un buen rato a la gente y que se olvidaran de sus problemas con sus canciones. Y la cumplió. Ahora en la película documental 'Peret, yo soy la rumba', de Paloma Zapata, que se proyecta estos días en el Festival In-Edit de Barcelona, descubrimos cuánto amaba la vida, la música y a su familia.
Enamorado del arte de Pérez Prado, el muchacho de Mataró que sólo tenía una guitarra y dos palmeros, decidió que las palmas debían sonar como un instrumento de percusión y los coros y la guitarra como los metales de las bandas de salsa. Así, nació la rumba catalana.
Su destino era el de vendedor ambulante, como lo era su padre y como había aprendido en casa, pero no lo hizo porque, como él mismo decía, no le gustaba engañar a la gente. Así que cogió su guitarra y se echó a los escenarios de medio mundo, En uno de ellos un espectador al terminar le dijo que debía hacer su espectáculo de pie. Y lo hizo. Vaya si lo hizo.
En la película de Zapata descubrimos por qué se hizo pastor evangelista, cómo intentó oponerse una y mil veces a ir a Eurovisión y hasta que en una época llevó pistola.
Tres décadas de carrera
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Niños Mutantes se despiden de la música. Dicen que ya nada podría ser mejor de lo que les ha pasado en todos estos años. laSexta charla con ellos antes de su último concierto en Granada.