El bikini se ha convertido en un traje de baño muy recurrente, evolucionando hacia diferentes formas y estilos pero, ¿cuál es su verdadero origen? Buceando en su historia descubrimos que Micheline Bernardini, una bailarina del Casino de París, fue la primera mujer en atreverse a lucirlo en público.
En su mano, de hecho, llevaba una cajita para guardar el pequeño diseño de Louis Réard. Este ingeniero mecánico fue el encargado de cambiar la historia del baño femenino en 1946 con esta prenda que enseñaba el ombligo, un atrevimiento censurado en la época.
Poco antes, Jacques Heim también había lanzado un nuevo diseño revolucionario al que decidió llamar 'átomo', por ser el traje de baño más pequeño del mundo. Pero Heim no se atrevió a que mostrara el ombligo.
Vicente Gallart, autor de 'Viaje a través de la moda', explica a laSexta que mientras que "Jacques Heim la llamó 'átomo' y era más recatada, la de Louis Rénard era más atrevida".
Una reciente investigación de medios italianos sugiere que unas imágenes, protagonizadas por refugiados judíos en Italia, supervivientes del Holocausto, nos habrían enseñado los primeros bikinis de la historia. "Esas personas lo harían por otro tipo de motivos, que todos conocemos. Y el bikini es una prenda creada para liberar y empoderar a la mujer", comenta Iván Soldo, coordinador de proyectos del Centro Superior de Diseño y Moda (UPM).
Tras esto, a principios del siglo XX, la nadadora Annette Kellerman logró convertirse en la precursora del bikini. Su bañador de una sola pieza y sin mangas impactó tanto que fue arrestada por usarlo en público.
Pero la moda del bikini ya comenzó a intuirse durante la II Guerra Mundial, con las chicas pin-up. "Ahí es donde comienza a aparecer esa prenda de baño, compuesta por dos piezas, que podríamos considerar el antecedente del bikini", desvela Vicent Gallart.
Aunque, si hablamos de los orígenes del esta prenda, quizás podríamos remontarnos al siglo IV a.C. y es que la villa romana del Casale, en Sicilia, conserva el llamado "mosaico de los bikinis". Una vez más, una muestra de que nuestros antepasados nos llevan siglos de ventaja.