Lápiz en mano, Marie Curie recogía su día a día en el laboratorio de París, donde descubrió dos nuevos elementos químicos: el radio y el Polonio.
La científica polaca, acompañada por su marido, Pierre Curie, estudió el uranio con detenimiento. En 1895, Henri Becquerel descubría que este mineral producía unos rayos capaces de revelar una placa fotográfica, y Marie decidió dedicar su tesis doctoral a la investigación de este tema.
Por su parte, Pierre desarrolló instrumentos capaces de medir la corrientes eléctricas que producía el uranio. Así nació el término 'radiactividad'.
Curie no sólo fue la primera mujer en ganar un premio Nobel, si no que fue la primera persona de la historia en ganar dos de estos galardones.
También fue la primera profesora de la Universidad de la Sorbona, lugar donde fundó el Instituto del Radio en 1918, institución que avanzó en la investigación de tratamientos contra el cáncer, y que aún hoy sigue en activo.
Durante la Primera Guerra Mundial, recorrió el frente conduciendo 'La Petite Curie', una ambulancia que llevaba las primeras máquinas portátiles de rayos X, inventadas por ella. Porque sí, también fue de las primeras mujeres en conseguir un carnet de conducir.
Premiada y reconocida, Curie falleció en 1934 debido a la exposición prolongada a la radiación. Una mujer que se ganó un lugar en el panteón de la historia doblemente: por sus descubrimientos y por abrirle el paso a las mujeres que soñaban con ser científicas.
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