Sólo basto una pista redonda para formar el primer circo moderno, así surgió la idea. En el siglo XVIII un sargento mayor de la caballería inglesa descubrió que si galopaba en un círculo estrecho sobre su caballo, podía hacer equilibrios nunca vistos.

Gustó tanto la idea, que a la pista pronto se sumaron otros jinetes, un payaso y un músico. Y así nació el circo moderno que hoy conocemos.

Durante 250 años, los payasos se han encargado de mantener ese humor absurdo que no falla. Ya en 1984, el Circo del Sol exportó una nueva forma de entender el circo.

Pero la pista sigue llena de magia, con acrobacias impensables, malabares imposibles y todo tipo de equilibrios. Por un lado saltan trapecistas voladores, por otro sale un grupo de bailarines y un no parar de espectáculo circense.

Y hasta hace poco los animales eran un reclamo imprescindible en este tipo de espectáculos. Los elefantes y los leones jugaban con una pelota, saltaban por medio de los aros y obedecían a su domador. Y esto dejaba al público boquiabierto.

Aunque ahora, los animales han pasado a un segundo plano y ya no son el número mas esperado. De hecho, en muchos países ya no se permiten este tipo de espectáculos y en España cada vez los vemos en menos circos.

Y si han cumplido más de dos siglos, con animales, sin ellos, con payasos, magos o con los cambios que vengan, a buen seguro que el circo es capaz de reinventarse y cumplir al menos dos siglos más.