La catedral de Cádiz vive un momento muy delicado. Su estructura necesita restauración ya que en su génesis se utilizaron materiales relativamente endebles que, a día de hoy, hacen peligrar su mantenimiento. La estructura, próxima al mar y a caballo entre dos vientos, requiere de unas particularidades únicas para su conservación.

El principal problema de este asentamiento es la sal. Así lo indica Juan Jiménez, arquitecto que lleva más de 30 años trabajando las reformas realizadas: "El problema surge por la utilización de arenas de playa, como era usual en la ciudad […] Esos morteros de cal no llegaban a fraguar: se pulverizaban y producían problemas de asientos de unos sillares sobre otros".

¿La solución? Rellenar los huecos que quedan vacíos y reponer los materiales perdidos. Alberto Jiménez, que lleva 20 años trabajando en la catedral de la mano de su padre, afirma: "El proceso de restauración tiene que ser eficaz. Hay que preguntar y valorar las opiniones de las personas que han pasado mucho tiempo trabajando en la estructura".

El origen de la catedral de Cádiz data del siglo XVI y se erige sobre la antigua catedral de la provincia. Esta última, de origen gótico, aguantó con reformas realizadas entre los siglos XV y XVI hasta que fue quemada por el ejército angloholandés, que saqueó Cádiz en 1596. No fue hasta 1722, con el auge de la ciudad, cuando se ordenó construir una nueva, cuya finalización exacta acaba en 1838.