Su director, Eduardo H. Garza, puso en marcha este proyecto con apenas 10.000 euros de presupuesto, un dinero que tenía ahorrado junto a su mujer y que decidieron invertir en sacar la película adelante. Algo que sólo han podido lograr gracias al apoyo de mucha gente detrás de las cámaras.

Querían contar el trauma que sufren los soldados no sólo durante la batalla, sino también cuando vuelven a casa. Y en esa vuelta a su rutina, el protagonista de esta historia despierta junto al cadáver de una joven que no es su prometida.

A partir de aquí todo es tan real que hasta los propios actores han alucinado con el resultado final.

Se grabaron planos aéreos en desiertos de Gran Canaria para simular las áridas tierras de Afganistán. Además, contaron con la colaboración del Ejército, que no sólo les permitió grabar en la base militar de 'El Goloso'.

Además les prestaron apoyo y asesoramiento militar durante el rodaje. Así, Raúl Tejón, el protagonista de esta historia, aprendió a caminar bajo el calor y el peso del uniforme y a manejar el arma.

Este pequeño proyecto también le ha servido a su director para aprender a hacer los convincentes efectos visuales en la posproducción de la cinta.

Pero también usaron otros efectos que no tuvieron que falsear y que les salieron muy baratos: veteranos de guerra les aseguraron que en la guerra se encontraron con mucho polvo… un efecto real y mucho más barato.

En esta película el ingenio ha sido fundamental para que el ‘Legionario’ haya podido ir a la guerra sin moverse de España. El próximo 17 de febrero podrá llegar a las salas de cine.