Tiene un siglo de vida como cine y 30 primaveras como sede de la Filmoteca Española. Ahora, el Cine Doré se encuentra en proceso de rejuvenecimiento.

"Hoy en día, la gente no se acerca al cine como hace 30 años. O lo aceptamos o nos vamos a convertir en un mausoleo", afirma el director de la Filmoteca Española, Josetxo Cerdán.

El objetivo es renovar el público con una programación que atraiga a las nuevas generaciones sin olvidar su esencia. La Filmoteca es el archivo fílmico de nuestro país y el Doré, sus ojos.

"El Doré es la parte visual de ese archivo fílmico y tenemos que trabajar en esa línea para diferenciarnos de otras salas de la ciudad", señala Cerdán.

Las paredes de este cine han visto y padecido de todo durante los últimos 30 años. Hasta una plaga de chinches, que mantuvo al Cine Doré cerrado durante meses.

Está acostumbrado a los contratiempos. En los 70 hubo un movimiento vecinal que quiso derruirlo, cuando llevaba años cerrado y en mal estado. Pero resurgió en los 80.

"Las instituciones públicas no deberían pararse por las elecciones. Es algo completamente fuera de lugar", afirma Cerdán. El director de la Filmoteca espera que dentro de otros 30 años, la institución se amplíe con un museo y otra sala para grandes estrenos.

En este cine ni se como ni se bebe. Es el templo perfecto para los cinéfilos más puristas. Pero no siempre fue así, porque en los años 50 y 60 al cine Doré se le llamaba el 'Palacio de las pipas'. Ha cambiado de nombre, ha estado en la ruina, a punto del cierre definitivo, pero, de momento, el Doré resiste.