En 1985 fue el rostro escogido para convertirse en Marianne, símbolo de la república francesa. Más que una mujer, Marianne es una alegoría de la libertad, la igualdad y la fraternidad, apareciendo representada por primera vez en un cuadro de Daumier de 1848: una mujer que da de mamar a Rómulo y Remo.

Es la madre Francia, pero su nombre proviene de un español: el jesuita Juan de Mariana, filósofo del derecho moderno que pasó por París en el siglo XVI. Los defensores del antiguo régimen llamaban peyorativamente marianos a los revolucionarios, que acabaron apropiándose del mote y creando toda una iconografía alrededor.

Erótica representación, con gran escote y los pezones marcados. Briggite Bardot fue la primera musa que eligió la República para cambiar la imagen de Marianne. En Francia, todos los ayuntamientos están obligados a tener un busto de la alegoría y en 1970, los alcaldes podían escoger tener una cara reconocible y sensual. Eso sí, siempre con el gorro frigio, en alusión al que debían llevar los esclavos libertos del imperio romano.

En total siete mujeres, todas ellas iconos del mundo del espectáculo, se han convertido en Mariannes. La última fue Sophie Marceau en 2012, aunque la versión que más veremos en los pueblos Galos es la de Catherine Denueve, ella es la más solicitada.