De esta forma se expresa Carrillo en uno de los capítulos del libro en el que, bajo el epígrafe de "Cataluña es una nación", cuestiona la credibilidad de la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut, ya que a su juicio lo más sensato hubiera sido respetar "lo que habían acordado", lo que aprobaron los representantes de España y Cataluña.

"En la época en que vivimos, quien piense retener por la fuerza, por la coacción, a Cataluña, quien crea que puede negar a Cataluña su calidad de nación y como tal el derecho a decidir de sus destinos, se equivoca de medio a medio", asegura.

Carrillo aprovecha sus memorias póstumas para defender ese derecho frente a "aquellos que más alardean de un equívoco patriotismo", a quienes advierte de que "si trataran de dificultar un encaje cómodo y libremente aceptado por Cataluña, quien más tendría que perder en el empeño sería precisamente España, el Estado español".

En el mundo de hoy, reitera, "si por la torpeza, la tozudez y la incomprensión de las fuerzas políticas españolas quisieran reducir la autonomía de Cataluña, en un corsé estrecho y asfixiante, por tanto inaceptable para los catalanes, usando la fuerza para llevar a cabo este disparate, serían condenadas por los países que hoy consideramos nuestros socios".

Esa opción, según el fallecido Santiago Carrillo, haría que "el problema catalán" se escapara "de nuestras manos" para convertirse en un problema europeo e internacional.