La muerte de Montserrat Caballé a los 85 años deja sin voz el himno de los Juegos Olímpicos de hace 26 años, pero agranda aún más uno de los principales símbolos de Barcelona'92 y de la historia del olimpismo que unió a la soprano y al fallecido líder de Queen, Freddie Mercury.

Más que una canción y más que un himno, "Barcelona" es eterno y sobrevivirá a sus creadores e intérpretes como referente de un momento inolvidable que todavía perdura y que antes del 25 de julio de 1992 ya era mítico.

La admiración declarada que Mercury sentía por la soprano y la pasión de éste por la ópera permitió que ambos se conocieran a principios de los ochenta y que surgiera entre ellos un vínculo muy especial, tanto como para preparar un disco conjunto, que fue el origen de la ya eterna canción de "Barcelona".

Con ella Caballé respondió a la petición que le había hecho el alcalde de Barcelona entonces, Pasqual Maragall, para crear una composición que animase a los jóvenes a acudir a los juegos. La acogida de Maragall fue entusiasta, igual que cuando se trasladó la idea al Comité Olímpico Español (COE).

Montserrat Caballé y Freddie Mercury grabaron su creación, un disco que vendió un millón de copias, y compartieron escenario para demostrar que las diferencias no impiden unir estilos y voces distintas, ni siquiera cuando ambos conocían ya la gravedad de la enfermedad del cantante.