El productor Harvey Weinstein se sienta en el banquillo dos años después de la primera denuncia contra él. Se enfrenta a cinco cargos por agresión sexual, entre ellos dos por violación.

En libertad bajo una fianza de 1,5 millones de euros, la semana pasada se podía ver, desmejorado, al que fue uno de los productores con mayor influencia en Hollywood. Un imperio que cayó en 2017 tras las acusaciones de abuso sexual por parte de más de ochenta mujeres y que desató el movimiento del 'MeToo'.

A Weinstein le ha llegado el momento de rendir cuentas frente a la corte suprema de Manhattan. En un proceso que se estima durará unas seis semanas y que contará con los testimonios de tres de las víctimas. Las denunciantes aseguran que Weinstein ofrecía un impulso profesional a cambio de favores sexuales.

El prodcutor, que alcanzó un preacuerdo de 22 millones de euros con treinta de las víctimas, siempre se ha declarado inocente, pero junto a este juicio, al otro lado del país, en California, la Fiscalía se encuentra en plena revisión de otros ocho casos de presunta conducta sexual inapropiada.

La Corte Suprema de Manhattan podría acabar condenando a cadena perpetua al productor, en un juicio que muchas mujeres han descrito como catártico, que simboliza el fin de la hegemonía Weinstein en Hollywood y los abusos de poder del magnate.