Sus personajes miran y el espectador mira con ellos. La tensión se corta con un cuchillo o con varios. Todo nos inquieta en sus películas. Hitchcock captaba la atención del espectador como ningún otro director lo había hecho antes. Dentro y fuera de la pantalla.
Para este genio lo importante era planificar al milímetro el suspense, hasta el punto de prohibir entrar al cine con la película empezada.
El resultado de su original publicidad era, siempre, sorprendente y aterrador. Y él disfrutaba escuchando los gritos.
El director era capaz de asesinar a una gran estrella de Hollywood a los 40 minutos de película, únicamente para romper nuestros esquemas.
Pero Hitchcock también rompía las normas para inventar su propio cine. "Tenía capacidad para ser un director muy comercial y, al mismo tiempo, muy creativo", afirma Pablo Llorca, comisario de la exposición en Madrid que repasa todas sus facetas.
Porque Hitchcock no sólo fue el maestro del suspense. Tras su oronda figura, convertida en icono mundial, se ocultaba uno de los mayores talentos de la historia del cine.