Aunque lo niegue todo, Sabina es uno, y son 500. El primero de ellos asomó en 1978. Era la primera vez que sacaba un disco: 'Inventario'. Quizá por ser el primero, Sabina siempre lo ha repudiado.

Otro de los Sabinas más recordados ahora es el de 'La Mandrágora'. Javier Krahe, Alberto Pérez y Sabina. Joaquín era casi un desconocido, pero ya, por aquel entonces, interpretaba uno de sus himnos más conocidos: 'Pongamos que hablo de Madrid'.

A mediados de los 80, aparece otro Sabina. El de 'Juez y parte'. Junto a Viceversa, el cantautor mostraba su versión más rockera y empezaba a ser famoso. El canalla dejaba paso al poeta. Con '19 días y 500 noches', Sabina era artista, cantautor y escritor. Tocaba cualquier palo sin abandonar la chaqueta de cuero.

Pero en el 2000, todos los Sabinas tuvieron que parar en seco. Sufrió un leve infarto cerebral. Aunque se recuperó sin problemas, el susto le afectó mucho. Dejó de componer y de cantar sumido en una fuerte depresión. Volvió a los escenarios dos años después, pero no era capaz de ahuyentar a las nubes negras. Se notaba en sus letras, en su vestuario y hasta en su negro bombín.

Discos como 'Dímelo en la Calle' y, sobre todo, 'Alivio de Luto' eran prueba de ello. Menos prolífico en la música, el Sabina poeta se fundió con la depresión y empezó a escribir sin parar. Hoy, recuperado de todo aquello, nos queda un Sabina que lo niega todo. Lo que fue y lo que es. Lo que no puede negar es su amor a la música. Ya está dando los últimos retoques a una nueva gira que arranca dentro de un mes en su Úbeda natal.