Año 1978. Cuando la ciudad condal todavía no había empezado a ponerse guapa para las Olimpiadas, los vecinos de Torre Baró vivían de espaldas a su propia ciudad. Llegados desde Andalucía y Extremadura, reclamaban una línea de autobús que devolviese la dignidad a aquel barrio que construyeron con sus propias manos. "Vivimos en la montaña, bajemos, trabajemos y otra vez a escondernos", comenta uno de sus personajes.
Pero la municipalidad se negaba, alegando que el camino era demasiado estrecho y empinado. Así que fue un vecino, Manuel Vital, quien decidió secuestrar aquel autobús de la línea 47 y puso rumbo hacia su hogar para demostrar que se podía. Que solo era necesaria la voluntad y el valor de lo vecinos para cambiar las cosas. Joanna Vital, nieta de Manuel, defiende la hazaña: "Cuando crees en una cosa por principios y valores o la haces y te la juegas ya o la dejas correr".
46 años después aquella historia sigue viva en boca de vecinos: "Es alguien que fue muy importante. En la ciudad siempre estaba el 'runrun' de aquel vecino de Torre Baró que secuestró un autobús". También de políticos como Gabriel Rufián: "Y lo hizo llegar hasta la última calle de Torre Baró". Y por supuesto, de su nieta: "Le hicieron un juicio a puerta cerrada, las mujeres del barrio tiraron la puerta abajo para entrar".
Y ahora ha dado el salto a la gran pantalla con una adaptación que pone en el centro a sus protagonistas. Marcel Barrena, director de la película, asegura: "Contamos con800 vecinos del barrio para contar aquella verdad".
Una película que cuenta con un reparto en el que se encuentran Eduard Fernández, Clara Segura y Carlos Cuevas y en el que para su presentación volvieron a hacer aquel camino a la inversa. Desde Torre Baró hasta el centro, para que el espectador sienta lo mismo que Manuel aquel día de mayo, en que decidió hacer camino para que los suyos pudiesen vivir con dignidad.