Dejando atrás los solemnes años 70, el mundo buscaba su nueva identidad en los 80. Una década que comenzó con el asesinato de Lennon y los intentos de acabar con el Papa y el presidente Reagan con apenas unas semanas de diferencia. Un virus hacía estragos entre los hombres gays; un socialista llegaba a la Moncloa; Diana Spencer se convertía en princesa de un cuento que se tornaría macabro; IBM revolucionaba el trabajo y el entretenimiento al presentar el primer PC; y un videojuego, PacMan, se convertía en un éxito, por primera vez, también entre las mujeres que comenzaron a llenar las salas recreativas.

La segunda ola del feminismo lograba la incorporación de la mujer a lugares hasta ahora vetados y consiguió que el feminismo fuera un tema a tratar por la política. Y entonces, en 1983, a una camarera que ya había probado suerte en la música con un grupo llamado Blue Angel, le ofrecen grabar un tema que hablaba de un mujeriego que se acostaba con mujeres que solo quieren pasarlo bien. Cyndi Lauper le dio la vuelta a la letra de Robert Hazard y la convirtió en un himno feminista: 'Girls just wanna have fun'.

Basta de hombres que cortan las alas, ella quería caminar libre bajo el sol. Es lo que el escritor Sergio del Molino llama en 'La piel', el "Socialismo Lauperiano". "El socialismo siempre se había identificado con su capacidad obrera, con la austeridad, y Cyndi Lauper hace una canción para chicas obreras, lo dice en la letra, pero que quieren pasárselo bien", argumenta del Molino.

El tema y su videoclip, grabado con apenas 35.000 dólares entre amigos, fue un éxito en medio mundo y hasta hoy encontramos decenas de versiones, como las de Miley Cyrus o Russian Red. El grupo español Malafé se une al homenaje y lanza ahora 'Cyndi', un single que versiona el tema de Lauper, "con un mensaje muy universal y transgresor para su época", dice Javier Bosque, vocalista.

Tan transgresor como llevar cuarenta años diciéndole a las mujeres que no tienen que pedir permiso ni perdón por pasarlo bien.