La nueva carrera espacial está en plena efervescencia: tras el vuelo experimental de Richard Branson, el dueño de Virgin, llegó el turno de Jeff Bezos y su aventura con Blue Origin. El objetivo ha sido superar la barrera de los 100 kilómetros de altura con su nave y poder ser considerado astronauta, y lo ha conseguido con éxito.

La retransmisión comenzó a las 6:30 am CT / 7: 30 am ET, lo que en España (menos en Canarias) correspondía con las 13.30 horas, pero el trayecto en sí hasta el espacio y la vuelta a la superficie terrestre arrancó a las 15 horas españolas y duró 11 minutos en total. No hubo ni problemas ni sorpresas.

Tras múltiples pruebas y un viaje de chequeo llevado a cabo por un maniquí, llamado Skywalker, como pasajero, Blue Origin ofrece un desplazamiento a la órbita espacial a una velocidad bastante modesta, pero lo suficiente como para cruzar los límites del cielo.

Junto a Bezos han viajado su hermano Mark; Wally Funk, una piloto de 82 años y una de las integrantes de "Mercury 13"; y un recién graduado de la escuela secundaria de 18 años llamado Oliver Daemen, que ha sido el primer cliente.

La curvatura de la Tierra

En las imágenes del ensayo, Skywalker ve cómo la inmensa negrura espacial rodea a nuestro planeta, una bola azul y resplandeciente gracias a la luz del Sol. Se observa la curvatura del globo y cómo el maniquí se mantiene bien sujeto a su asiento.

La nueva tendencia entre los milmillonarios ya no pasa por nada terrenal: Bezos, Branson y también Elon Musk ahora quieren conquistar el espacio. Las grandes empresas ahora han decidido acometer su propia carrera espacial y luchar por ver quién lleva a sus primeros astronautas.

La guerra del turismo espacial

Porque esto no se trata de salir de la órbita exclusivamente. Es la nueva guerra de las galaxias: tres compañías -Virgin (Branson), Blue Origin (Bezos) y SpaceX (Musk)- integran esta nueva e incipiente industria de viajes espaciales, y la diferencia está en quién sí que ha llegado al espacio y quién no. Ser el primero… y pasar a la historia.

La diferencia: un puñado escaso de kilómetros. Los límites del cielo están en la línea Karman, a cien kilómetros sobre el suelo. Quien supera esa barrera, es un astronauta de pleno derecho. Branson se quedó al borde. Y, por eso, no es un astronauta. Sí lo es Jeff Bezos ahora.