Gestos como girar con las manos el volante, pisar un pedal o encender un intermitente podrían ser innecesarios en el futuro.

Los coches autónomos ya son una realidad en países como EEUU, donde cualquier ciudadano puede conducirlos en recintos cerrados. Optar por esta movilidad en las carreteras podría afectar a camioneros, repartidores o taxistas.

"Este tipo de tecnologías desplazarían unos tres millones de empleos en el caso norteamericano. El empleo más común es conductor de camiones", explica Manuel Muñiz, decano de la Escuela de Asuntos Globales de IE University.

La autonomía de estos vehículos les permitiría conducir largas distancias sin descansos: una ventaja productiva que plantea un dilema a sus conductores.

"Este tipo de cuestiones van a generar nuevo empleo, pero la duda que tenemos es si va a ser suficiente para compensar el que se va a desplazar", comenta Muñiz.

La Unión Europea ve esta transformación con más optimismo. Afirma que el error humano está involucrado en el 95% de los accidentes.

La conducción autónoma reduciría la siniestralidad y no solo eso: también asegura que su introducción transitoria crearía nuevo empleo a partir de 2025.

Los coches autónomos serán más seguros, generarán menos accidentes pero al mismo tiempo las situaciones que tienen que regular son nuevas y se desconocen", señala Ángeles Rojo.

Según un informe publicado por la DGT, la mitad de la población española querría viajar en un coche autónomo. Ahora bien, cuando hablamos de confiar en él casi el mismo porcentaje de españoles admite que le preocuparía no tener el control del volante.