El laboratorio de Pomezia, a unos 30 kilómetros de Roma, trabaja codo con codo con la universidad de Oxford en el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus desde el acuerdo que alcanzaron en enero y, desde allí, se produce la vacuna que se inyecta en los voluntarios, como nos explica Matteo Liguori, Consejero Delegado de IRBM.

Desde hace meses, ninguna persona externa al centro puede entrar en las instalaciones, y es que en este lugar también producen ya miles de dosis al día que luego, en el caso de seguir confirmándose los buenos resultados de la Fase 1, serán las que lleguen a España. Porque Liguori especifica que "lo que se produzca en Europa, se quedará en Europa".

En Pomezia trabajan sin descanso para afrontar un desafío que era inimaginable el pasado diciembre: desarrollar y poner en el mercado una vacuna en cuestión de 11 meses.

Porque es antes de final de año cuando quieren que estén las primeras dosis en las farmacias de tal manera que "el proyecto trata de tener una evaluación final antes de otoño, entre septiembre y octubre, para llegar luego a su comercialización antes de finales de año". Desde allí, reconocen que sí sienten estar participando en una carrera, pero no contra otros proyectos, sino contra el virus.

Matteo Liguori considera que se trata de "un desafío social" y por eso quiere dejar a un lado el componente económico y "adoptar la política de ofrecer la vacuna durante toda la duración de la pandemia a un coste muy bajo. La vacuna contra el coronavirus estiman que costará, como mucho, 10 euros.