Sucedió hace 30 años en un día como hoy, 4 de octubre. Un grupo de políticos de todo el mundo firmaba en Madrid un acuerdo excepcional. Conseguían juntar sus rúbricas para lograr un objetivo común. No explotar la Antártida.
Hoy, en el aniversario de la firma del Tratado Antártico para la protección del medio ambiente, hacemos repaso de lo que se ha logrado. Entonces se prohibía la explotación minera en la zona, algo que se ha cumplido. También se ha cumplido la prohibición de extraer petróleo. Y un tercer punto: se ha respetado y protegido a toda la fauna y flora.
Sin embargo, haciendo examen. Aún quedan peligros que urge solucionar. También son tres:
La pesca masiva existe
Sigue estando permitida y el krill es el principal perjudicado. Se trata de unos pequeños crustáceos parecidos al camarón que viven en la Antártida. Se pescan para fabricar cápsulas de Omega 3 y proteínas. Pero allí son clave. Son la base de la cadena alimentaria en la Antártida y sin ellos mueren pingüinos, focas, aves, peces y ballenas.
Calentamiento en la zona
Es el segundo problema que hay que abordar cuanto antes. En el vídeo que acompaña esta información se muestra el mapa con la evolución del hielo en los últimos 25 años. Unas manchas anaranjadas muestran las zonas donde la capa de hielo se ha derretido. Y cada vez son más extensas. Un hielo que además, convertido en agua, amenaza las costas de todo el mundo.
Aparición de microplásticos
Es el tercer y más reciente peligro descubierto en un lugar tan remoto como la Antártida. Hasta allí han llegado los microplásticos. El año pasado se encontraron, por primera vez, en su agua dulce y cristalina. Una evidencia de que el último territorio salvaje del planeta ya empieza a dejar de serlo.