Las altas temperaturas y pasar horas bajo el sol pueden provocar que tu piel esté más tirante, deshidratada, como si le faltara agua. Este efecto puede ser mucho más notable si tienes la piel seca, aunque si la tienes grasa también puedes notar la deshidratación en la tez.

¿Cómo distinguimos una piel seca a una deshidratada? “La primera característica es que la deshidratación es algo transitorio y se puede recuperar si modificamos nuestros hábitos e implementamos una rutina adecuada. Cualquier tipo de piel, seca o grasa, puede estar deshidratada”, explica Olga Orantes, farmacéutica y directora regional de formación de Nuxe.

La piel seca viene determinada por la cantidad de sebo y eso nos viene dado por la genética. Por tanto, una clasificación básica de la piel es diferenciarla primero según el tipo de sebo (seca/mixta/grasa) y, posteriormente, según la cantidad de agua (hidratada o deshidratada)”, añade la farmacéutica.

De primeras, distinguir una piel seca de una deshidratada no es fácil, ya que ambas comparten signos como “piel más rugosa y áspera, falta de luminosidad, sensación de tirantez y mayores signos de envejecimiento. A nivel visual, en las secas, los poros de la piel son muy pequeños y en poca cantidad y, además, es más frecuente la irritación y el enrojecimiento”, indica Olga Orantes.

La mala noticia es que la llegada del verano afecta especialmente a nuestra piel por la radiación UV y el cloro de la piscina, que la deshidratan o aumentan la deshidratación que ya padecía.

¿Cómo hidratar nuestra piel en verano?

Para que no nos pase factura o lo menos posible, la directora regional de formación de Nuxe aconseja “limpiar correctamente la piel con productos suaves, aplicar productos hidratantes y antioxidantes en texturas idealmente frescas por la mañana ya que tendrán un mayor contenido en agua y, por supuesto, aplicar protección solar y renovarla. Por la noche, seguir aportando agua, antioxidantes y productos reparadores y calmantes”. Esta experta recuerda que la limpieza por la noche “es especialmente importante, ya que debemos retirar todos los excesos que se han fijado durante el día: sal del mar, fotoprotector, cloro…”.

Además, el paso de los años tampoco ayuda, ya que “se producen una serie de cambios estructurales en la piel que la hacen más frágil y menos elástica. Se pierden lípidos cementantes con mucha facilidad y la función barrera se ve muy alterada. La piel, además, no es capaz de retener el agua”.

Otro factor que influye enormemente en la salud de la piel es nuestra alimentación. Por eso, Olga Orantes incide en que una “una dieta sana y equilibrada es clave para mantener la piel en correctas condiciones. La nutrición parece ser que puede llegar a interferir en el 30% de nuestro envejecimiento. Los alimentos que más implicados están en el mismo son: alcohol, mantequillas, azúcares refinados, carnes…”