El olor corporal es una de las pruebas más sólidad en el juicio que se celebra en Francia contra los etarras acusados de matar a dos guardias civiles en Capbretón.

En España está prueba no es válida, pero en muchos países la huella del olor es una de las mejores armas de la policía científica.

La policía de Río Negro, en Argentina, es la encargada de esta prueba. Son expertos en odorología, una técnica policial que analiza el olor que dejan los asesinos.

El primer paso de esta técnica es recoger las muestras de olor. Esto se lleva a cabo cubriendo cualquier lugar que haya tocado el asesino, en el lugar del crímen, con telas  especiales. No importa que el asesino hayá tocado algo con guantes porque el olor del asesino siempre deja huella.

El siguiente paso es hacer que el sospechoso sujete en sus manos una de estas telas para que quede impregnado su olor.

Cuando se han recogido estas muestras, entran en acción los perros. Los expertos colocan cuatro recipientes, y en uno de ellos esconden la tela tocada por el sospechoso. El perro debe encontrar la tela, y para ello, huele antes la muestra recogida en el lugar del crímen.

El animal no tarda en reconocer el olor del sospechoso, el cual marca sentándose. De esta forma la policía no duda de que los olores coinciden.

Los expertos aseguran que es una prueba infalible ya que el asesino siempre deja su olor en la escena del crimen. Francia es uno de los pocos países donde se practica esta técnica. De hecho, ha sido clave para acusar a tres terroristas de asesinar a dos guardias civiles en Capbretón, en Francia.

"El miedo, la ira, el sentimiento persistente de venganza, tienen un olor", explica un forense.

Los terroristas dejaron sus olores en unos sillones minutos antes de asesinar a dos guardias civiles. Fue un asesinato rápido y limpio, no dejaron huellas, salvo su olor.

Esta técnica no se practica en España, pero en otros países como Francia o en la provincia de Rio Negro, en Argentina, ya cuenta con bancos de olores.